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La Casa

Fue construida en 1903 por el legendario constructor Campbel. De madera oscura y techos altísimos: Santo remedio para los días de calor. Entre sillas y mecedoras los libros de historia y especies autóctonas ocupan las bibliotecas. Cuenta con 6 dormitorios, todos ambientados con muebles y recuerdos que acompañan a la familia desde hace varias generaciones.

Sabores
Regionales

Un festín de delicias autóctonas son los desayunos y el té de la tarde en la Estancia, abundantes en pan casero, mermeladas y tortas fritas hechas por manos que aman la cocina y la tradición.
A la hora del almuerzo y de la cena, se descubren los sabores heredados de los guaraníes y de los primeros españoles, todo casero y de estación.

Nuestra Historia

La Estancia la fundó Pedro Núñez en 1903.
En aquellos años, está zona se llamaba Trinidad, porque había sido parte de las estancias de las Reducciones Jesuíticas. Adelantados en técnicas agropecuarias, los jesuitas sabían cómo cultivar la yerba, secreto que se llevaron con su expulsión.
Por años, las posteriores generaciones intentaron en vano recuperarlo: la yerba crecía salvaje, pero era imposible hacerla crecer a voluntad.
Don Pedro Núñez es considerado uno de los pioneros en recuperar ese método ancestral. Había llegado a Posadas siguiendo los pasos de su medio hermano, que tenía almacenes de Ramos Generales, y aunque todos lo tildaron de loco, comenzó a plantar yerbales en pleno campo, colocando sobre las plantas tienditas cubiertas de pasto, que imitaba la sombra del monte. El truco fue todo un éxito, y se utiliza aún hoy en los establecimientos yerbateros.
Desde 1997 la estancia se encuentra abierta al público donde la Familia Núñez invita a compartir parte de su historia, recorrer yerbales (el más antiguo de 1907), paseos por la selva virgen y reconocimiento de flora y fauna misionera.

Sumergirnos en
La Selva

La selva que circunda la casa, es un paréntesis lleno de magia serena aunque a veces interfieran a gritos los monos aulladores (Carayá).